jueves, 18 de abril de 2013

HISTORIA Y TRADICIÓN

Una mañana de color gris claro, donde luchan por relucir tímidos rayos de sol rodeados de franjas azules. Esperamos en la estación de Bray, para tomar un tren y recorrer un trayecto de sólo 15 minutos que nos une a Dalkey, un pequeño y pintoresco pueblo cargado de historia y hogar de famosos, como Bono el de U2.



Desde los ventanales del tren se contempla la hermosa playa que enlaza a Killiney y Dalkey,  cerca de la cual se observa a veces a un pequeño grupo de delfines mulares que habitan estas aguas y más frecuentemente a otros conocidos mamíferos marinos....
Al llegar a Dalkey, comenzamos a caminar en el silencio matutino de sus estrechas pero profusamente adornadas calles. Nos ubicamos en uno de los mapas y trazamos un recorrido. Con la amable indicación de un lugareño caminamos resueltos al encuentro de una de las bahías que rodean a la villa.








En el camino hacemos un ejercicio de escucha: percibimos con atención los sonidos de un pueblo que despierta con el trinar de los pájaros, con el golpe de las zapatillas de los corredores y el jadeo de los perros que salen a dar un paseo. Nos detenemos en un mirador concentrando los binoculares en la torre vigía que aún vela en Dalkey Island. Otros detalles vivos todavía se escapan a nuestra vista.

Avanzamos unos cientos de metros más hasta descubrir que la playa a la que queremos llegar tiene un acceso muy escarpado. Regresamos entonces al pueblo dispuestos a visitar el Heritage Centre del Dalkey Castle. Entonces, surge la voz de alarma: "¿Ves esas manchas de allí, que se mueven? ¡Son focas!

Carreras para ser el primero en adherirse a los binoculares. Es la primera vez que vemos focas en libertad, en un santuario natural para ellas.





Con la alegría de este contacto con la naturaleza, llegamos a tiempo al Dalkey Castle. Comenzamos entonces una visita por la vida medieval de este recinto muy bien conservado. Allí nos enseñan, con proyecciones y actuaciones, el porqué de cada detalle observado en el lugar. Tensamos un arco, realizamos un baile, fabricamos monedas, e incluso presenciamos una operación.....sin anestesia. Somos esos extraños forasteros procedentes de unas tierras aún sin descubrir, con "ventanas en los ojos", probablemente ricos e inmensamente afortunados.

















Al terminar la visita, nos ofrecen un espacio del Castle para dar buena cuenta de nuestros pack-lunch. Nuestro grupo tiene un comportamiento modélico y agradecemos semejante gesto de hospitalidad con un "gracias" y muchas sonrisas.

El postre nos espera en un tradicional café y pastelería, donde volvemos a caer rendidos ante la tentación del dulce y compartimos opiniones y experiencias.














Regresamos a Bray sorteando la llovizna pero exultantes.

"En la época medieval la sal era más valiosa que el oro porque les servía para conservar los alimentos y, ahora, vale mucho menos porque tenemos múltiples objetos para conservar la comida: congeladores, neveras..."  Inés
"Es muy interesante saber cómo se hacían las monedas antes"  Carlos
"No podían a penas subir a las rocas"  Moisés
" Me encantó el teatro que nos hicieron. Era muy real"  Alejandro Cabrera
"Una actuación muy real en el castillo"  Sergio
"Me encantó el castillo pero ver focas en estado salvaje ha sido impresionante"  Alejandro Peraza
"¡Focas!"  Jose  "¡Focas, preciosas!"  Jorge   Las vemos a través del "Fotoscopio"  Dani

"¡Impresionante!"  Rubén    "¡Muy guay!"  Andrea
"A las focas no les gusta mucho el sol"  Luis
"Si eres un enemigo, cuidado con las piedras y el agua hirviendo que te tiran a la cabeza"  Lucía


En la noche una sorpresa: una sesión de danza irlandesa que al principio algunos acogemos con desgana pero que finalmente logra contagiarnos. Una suerte de giros, cruces, pasos: one-two-three-four-five-six-seven. La magia de los ritmos de esta isla y su pasado celta logran arrancarnos sonrisas, muchas sonrisas.




Está claro que es difícil llegar a una actuación como la de Riverdance en el intermedio del Festival de Eurovisión de 1994; pero nosotros en una hora y media hemos conseguido un resultado bastante bueno.


"Me encantó... y pensaba que lo odiaría"  Alejandro Peraza
"El baile irlandés es un baile de grupo, si uno se equivoca, se equivocan todos"  Inés
"Bailábamos que se parecía al hip hop"  Alejandro Cabrera
"Muy divertido"  José
"Era bastante fácil y muy divertido, por lo menos para mi"  Moisés
"Muy guay"  Florián
"No te líes con los pasos"  Lucía
"Un buen momento para pasártelo bien y echarse unas risas mientras bailas"  Andrea
"Al principio un poco aburrido pero después fui cogiendo el ritmo, muy bien"  Luis y Jorge  (si no te lo crees, encontrarás una prueba palpable en el vídeo)

¡Otro día realmente emocionante!

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